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Emetofobia:
Miedo al vómito.


Definición ampliada:
Se define como un persistente, anormal y injustificado miedo al vómito, o a vomitar.
Se dice que el 6% de la población teme vomitar, pero solamente en casos extremos se habla de emetofobia. Quienes padecen de esta fobia temen tanto vomitar ellos mismos o bien estar cerca de alguien que vomite. En los casos más severos, los fóbicos evitan ir a comer afuera, socializar y asistir a fiestas o reuniones. Es posible incluso que dejen de comer y por eso a menudo se los diagnostica con anorexia (por supuesto que no bulimia, trastorno caracterizado porque la persona se autoinduce el vómito). Los emetofóbicos pueden recurrir a situaciones extremas para evitar ver que alguien vomite. Esta fobia es una limitación para la vida en muchos casos, ya que no se siente solamente cuando la persona está enferma del estómago, sino que el miedo a vomitar es constante y puede afectarlos día y noche. Las sensaciones de malestar pueden reportarse entre 5 y 30 veces al mes, y esto puede llegar a generar un ataque de pánico cuando se convencen de que efectivamente vomitarán. De hecho, vomitan rara vez ya que suelen contener las náuseas: muchos emetofóbicos se jactan de haber vomitado por última vez muchos años atrás, e incluso aguantan el embarazo u operaciones complicadas sin llegar a vomitar. Evitan estar cerca de los niños y algunos se declaran incapaces para cuidarlos, ya que los niños vomitan con más frecuencia que los adultos. Algunos incluso evitan tener mascotas porque temen contagiarse de ellos alguna enfermedad que los haga vomitar.
A la vez, se vuelven obsesivos con la comida: evitan ciertos ingredientes porque les parece que pueden acarrearles una intoxicación, o determinadas comidas porque las relacionan con un episodio de vómito en la infancia. Pueden pasarse horas en la verdulería eligiendo los productos, y lavarse obsesivamente las manos luego de siquiera haber pisado una carnicería.
En otros casos, el emetofóbico teme que otro vomite, entonces están constantemente preocupados por encontrarse cerca de ellos en ese momento y vomitar ellos mismos también. Como consecuencia, evitarán determinadas situaciones sociales que las personas que no padecen de esta fobia experimentan normalmente: salir a tomar algo, comer en un restaurante, subirse al transporte público, ir de vacaciones por miedo a vomitar ellos o que alguna persona de su entorno lo haga. La emetofobia puede llevar a padecer otras fobias, por ejemplo la agorafobia (el miedo a los espacios abiertos) y condiciones como el comportamiento obsesivo compulsivo al temer que los gérmenes estén en todos lados.
En la actualidad hay poca investigación hecha sobre la emetofobia y puede ser muy difícil de tratar, ya que los pacientes temen que con un tratamiento de exposición gradual temen vomitar ellos mismos. De hecho, se ha llegado a la conclusión de que este tipo de terapia no resulta adecuada, sino que se prefiere un tratamiento cognitivo conductual. Algunos recurren a los antidepresivos e inclusive hay casos de gente que se cura vomitando, tanto en forma natural como inducida.
Las limitaciones para estos pacientes pueden llegar al extremo de que hay mujeres que interrumpan sus embarazos, o bien, queriendo tener hijos temen los vómitos matinales o que el hijo se enferme y les vomite. Otros han rechazado tratamientos de cáncer, como la quimioterapia, debido al malestar y a los vómitos que produce.